Cuando cerrás la canilla de la ducha sabés para que lado girar y en cierto punto tenés que parar, porque si no se te falsea la bañadera y te lastimás la mano, y si girás para el otro se rompe la cañería. En cualquiera de estos casos de no cerrar bien la canilla termina mal. Siempre hay un limite y un lado correcto para hacer las cosas y por más que el ejemplo de la canilla es muy ASI, y no hay otra solución al asunto mas que girarla del lado de las agujas del reloj y parar a la cuarta, quinta vuelta, si la giras para el lado incorrecto se te desborda de agua y tenés que llamar al plomero. Mientras desborda te quedás mirando todo como si fueras el espectador de tu propia vida, te quedas en medio de un limbo de palabras, gentes, problemas, lugares. Como diría ese muchacho con aspecto a uruguayo, bastante dado vuelta estaba, que conocí la otra noche a las 4 de la mañana en plaza Serrano: Como diría el Piti, me colgué un poquito.
Y cuanta razón tiene, aveces mi vida es un mamarracho, yo ya no se para que lado girar la canilla.
Nina dice que siempre hay un pasaje de vuelta, que siempre va a haber un plomero que arregle mi cañería zafada, pero la espera, la espera, ah, eso si que molesta.
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